Los aceites de pescado: ¿indispensables?

fishgrill076

En las últimas dos décadas el consumo de pescado se ha disparado en los países occidentales de manera casi alarmante. Los estudios médicos que apuntan hacia los múltiples beneficios de sus aceites (omegas 3, 6 y 9) han jugado un papel protagónico aquí. Pero a pesar de los beneficios a los que la comunidad médica apunta en relación con su consumo, no todos los médicos están de acuerdo. El Dr. Mike Knapton, de la Fundación Británica del Corazón, recientemente concluyó que las ventajas nutricionales de la suplementación de aceites de pescado no han podido ser establecidas más allá de la duda.

Para las compañías y expertos en nutrición que han pasado estos últimos 25 años tratando de crear un mercado sólido en base a la promoción y educación sobre la importancia del consumo del pescado, la noticia les cayó como un balde de agua helada. Uno de los analistas de data nutricional no sindicados, llegó a expresar medio enfadado: “Estos expertos y científicos cambian su postura muy de seguido.”

En medio de la confución reinante en relación con la dieta humana, una cosa es clara: que los humanos necesitamos de ciertos nutrientes considerados esenciales debido a que el cuerpo no los produce, y deben ser suplidos vía la dieta. Tal es el caso de los ácidos grasos esenciales como el ALA (ácido alfa-linolénico), el DHEA (ácido decoisohexanoico) y el EPA (ácido ecoisopentanoico). Estos ácidos grasos son luego convertidos dentro del cuerpo en antiinflamatorios, modificadores del estado de ánimo y conducta, neuro-protectores, immuno-moduladores, etc. Estudios científicos reportan, además, cómo estos ácidos grasos protejen la salud del sistema cardiovascular, previenen el cancer y la diabetes, y preservan la integridad bioquímica de la piel.

Los ALAs son precursores de los DHEAs y los EPAs. Razón por la cual el consumo de pescado no puede justificarse sobre el argumento de que el cuerpo necesita el DHA y el EPA que el pescado provee. Los ALAs están presentes en la semilla de la chia (una planta que crece mayormente en México, Guatemala y Colombia), la semilla de linaza, el aceite de olivas, la nuez del Brazil, la nuez de Castilla, etc.

Sin embargo, existe el riesgo—muy alto por cierto—de que los humanos de esta generación, con nuestro exagerado apego a la complacencia casi irrestricta del paladar, no podamos convertir los ALAs a DHAs y EPAs exitosamente. Ello daría lugar a una deficiencia de estas grasas esenciales, comprometiendo así la salud del organismo. El cuerpo convierte los ALAs a sus respectivos omegas 3 y 6 a través de dos enzimas importantes: la desaturasa y la elongasa. Pero la salud y efectividad de estas enzimas depende del patrón de estilo de vida que la persona elige llevar.

Por ejemplo, un exceso de vitamina A y cobre en el organismo, el consumo de grasas saturadas, las deficiencias de ciertos nutrientes (como el cinc, el magnesio, el calico, la biotina, las vit. B1, B3 y B6, etc.), el estrés, las drogas, el alcohol, la cafeína y el estreñimiento, entre otros factores, afectan la habilidad de las enzimas referidas de convertir al ácido alfa-linolélico—un omega 3 de cadena corta—en omegas 3s de cadenas largas (DHA y EPA). Estos últimos son los verdaderos protagonistas de una serie de beneficios biológicos y terapéuticos a favor del organismo.

En conclusión, si optimizáramos e hiciésemos ajustes correspondientes en nuestro estilo de vida no deberíamos necesitar los ácidos grasos esenciales presentes en el pescado. Nuestro cuerpo está diseñado para producirlos a partir de sus precursores, y ello nos daría la ventaja de evitar exponer nuestro cuerpo a los elementos negativos asociados al consumo de tejido animal en la dieta.

En el siguiente enlace aparece un curioso artículo en inglés sobre por qué no debemos consumir salmón. Pienso que se aplica por igual al pescado en general. Algunos de los postulados aquí presentados necesitarán de más estudios conclusivos, pero ello no invalida la fuerza de su lógica.

¿Qué piensas? Share